Coahuila.- En Cuates de Australia (México, 2011), Everardo González no centra su cámara en un protagonista, sino en el ecosistema biológico-existencial de los habitantes de un remoto ejido de la sierra de Coahuila.
Sin voz en off narrativa, con testimonios bien dosificados y con un estilo que nunca llama la atención sobre sí mismo, González nos muestra las vidas en sequía —¡pero nunca secas!—
de este puñado de personas que toman agua sucia de un estanque sin quejarse y que están acostumbradas a vivir en las peores condiciones posibles. Ni ellos ni la cinta solicitan nuestra conmiseración, pero tampoco se idealizan
las condiciones de miseria en las que viven. Cierto, está el embarazo de alto riesgo de una joven madre por falta de líquidos, pero también vemos cómo esa misma comunidad se olvida de todo en cierta carrera de caballos que
termina a empujones.
González nos muestra estas difíciles estampas de vida sin enfatizar lo obvio: la sequía que provoca la muerte de los animales, las aves de rapiña que se atrancan con los cadáveres abandonados,
el sacrificio de las reses en primer plano, el gozoso bautizo colectivo en la escuela del lugar, el hilarante pleito de dos morritos que termina en corretiza en un plano general alejado, el testimonio malhablado de un recio
lugareño y, en conjunto, el éxodo hacia sitios más habitables hasta que el cielo mande la lluvia bienhechora.
Eso sí, queda claro que la naturaleza no los vencerá. Están ahí para sobrevivir. Lo han hecho siempre.
@diezmartinez es crítico de cine en Letras Libres y su blog es https://www.patreon.com/diezmartinez .